sábado, 1 de diciembre de 2018

Yo no soy corrupto


Soy un ciudadano serio,
la verdad no soy corrupto.
Corruptos son los políticos
que se roban lo más mínimo.

Pero yo no soy corrupto.
lo que no hago es reportar
al detalle  mis impuestos,
pues prefiero no quebrar.

Porque ellos, los corruptos,
hacen mal uso de todo,
alteran los presupuestos,
sobrevaluan hasta el lodo.

Pero yo no soy corrupto…

Aunque el carril de la izquierda
a la hora de doblar,
como dura poco el cambio
no lo suelo utilizar.
¡Esperaría demasiado!
Me muevo justo al inicio.
Y cuando se pone verde
siempre paso de primero,
delante de los demás.
Paso antes que los otros,
los que sus filas hicieron,
los que su turno esperaron.

Pero yo no soy corrupto…

Mi abuela solía decir
que si robabas un chele
te robabas un millón.
Que no era la cantidad
lo que habría de definir
la condición de ladrón.

Pero yo no soy corrupto…

Corrupto es el señor juez
que ha vendido la sentencia,
quien coloca en el papel
lo que compran las monedas.

Pero yo no soy corrupto…

Cuando mi jefe no está
aprovecho un poco el tiempo
para revisar mis chats.
Y si me toca un examen,
si no he podido estudiar
me apoyo en un compañero.
Para ITBIS no pagar
siempre pago en efectivo.
Cruzo al frente para “hablar”
Con la esposa del vecino
Siempre y cuando él no está.

Pero yo no soy corrupto…

Corrupto es el presidente.
Corrupto el gobernador.
El general de la armada.
Corrupto es el almirante.
Corrupto es el senador,
Y el guardia de la frontera.

Pero yo no soy corrupto…

Lo que te quiero decir
Es que yo no soy corrupto
No sé si me has entendido
No sé si me di a entender.

Si no entendiste habrá sido,
que no prestaste atención,
porque yo me expliqué bien.
Y es que yo no soy corrupto.

lunes, 5 de noviembre de 2018

El rosal del jardín


Al final de la pradera hay un jardín.
Y en el centro del jardín hay un rosal,
lleno de flores rojas, olorosas,
todas espléndidas y glamurosas.

Pero a pesar de mi belleza y esplendor,
hay plantas que deslucen el jardín.
Pues sus flores ya no producen ni olor.



Las orquídeas ni siquiera tienen flor.
No recuerdo haberlas visto florecer.
El pálido color de esa cayena,
y la triste expresión de ese clavel,
producen a la vista, mucho dolor y pena.
Ninguna de ellas se compara a mi esplendor.

Anturios, nardos, tulipanes,
margaritas, camelias, girasoles,
no hay en el jardín ninguna flor
que se acerque en primavera a mi fulgor.

Ya era tiempo que llegara el labrador.
¡Ahí viene!
El hacha en sus manos sostiene.
Pues mi belleza no se puede deslucir.
Y estas plantas de raíz hay que sacar.
Se debe abrir más espacio para mí.
Es preciso mis colores destacar.

Que sorpresa se llevó el rosal,

cuando en el frágil leño que la sostenía
sintiera de repente ese hachazo mortal.
¡Que irónica respuesta, a sus interminables letanías!


El suelo del rosal había abonado,
mojado y con paciencia había esperado.
Al tiempo, más tiempo había agregado,
pero nada le daba resultado.

Así que pasó un año y finalmente
El tronco del rosal había cortado.

miércoles, 7 de febrero de 2018

La partida


Bajo el imperio de la débil sensación
de la impotencia,
y el oscuro susurro de la muerte,
mientras se cuela la brisa de la desolación,
entremezclada con mi preocupación,
descubriendo las flaquezas de los fuertes,
se diluyen las reservas de paciencia,
y surge la solución.

La emulación de ancestrales ideas,
quienes al verse en peligros de muerte,
usaron el recurso del camino
para cambiar sus suertes,
sin saber a ciencia cierta,
con qué se encontrarían en sus destinos.
Así solté mis manos de la puerta.
Mi esperanza no había sobrevivido.
Así de cruda había sido esta tormenta.

No somos nosotros los primeros
que ante la espalda de la fertilidad
y la derrota de nuestras esperanzas,
nos resignamos a nuestra realidad,
dejamos atrás a nuestras casas,
y salimos a explorar nuevos senderos.


No somos nosotros los primeros
que levantamos anclas en la patria,
que decidimos salir de nuestro puerto,
que abandonamos lo visto por lo incierto,
que elegimos salir a navegar,
y por los mares traspasar nuestros linderos,
para poder llegar a nueva estancia.

Dedicado a mis hermanos venezonalos, esperando que Dios provea en no mucho tiempo un futuro más luminoso.